2025, el gran año para los ‘exits’ – otra vez

La inversión en biotecnología es única en su capacidad de generar externalidades positivas. Cada euro que inviertes en una startup biomédica mejora la sanidad para todos, aumenta tus propias probabilidades de vivir 150 años en salud, y refuerza una sociedad basada en el conocimiento – una sociedad en que la gente puede ganarse la vida decentemente como investigadores y científicos.

Todo eso es maravilloso, pero, incluso para los más idealistas de nosotros, los beneficios monetarios son la razón principal para invertir. Si no se gana dinero, todo el impacto positivo del mundo no es más que purpurina y vodevil.

Para los inversores en biotecnología, ganar dinero requiere una cosa: que las farmacéuticas compren startups. Y después de una década de altibajos (‘boom’ de valoraciones en 2020-2021, caída en picado en 2022, tímida recuperación en 2023, recaída en 2024…), 2025 parece perfilarse como un buen año para las salidas.

Y, por supuesto, todo esto ya lo has oído mil veces. Además, somos una empresa de inversión en biotecnología; ¿qué vamos a decir nosotros, si no? Pero pedimos un poco de confianza: hay razones sólidas pensar que las ventas de startups aumentarán en 2025.

Hablamos del “Precipicio de las patentes” – otra vez

El negocio farmacéutico se basa en patentes. Los enormes costos de desarrollar un nuevo fármaco se compensan con el derecho a disfrutar de una exclusividad de mercado durante mucho tiempo (generalmente, 20 años). Una vez que termina su patente, cualquier medicamento con ventas significativas se enfrentará a la competencia de los genéricos: el mismo producto, pero un 80% más barato.

Un ejemplo típico: Lipitor, un medicamento de Pfizer para reducir el colesterol, alcanzó un máximo de ventas de 13.000 millones de dólares al año en 2006. Tras la expiración de sus patentes en 2011 y la entrada en el mercado de equivalentes genéricos, las ventas cayeron rápidamente hasta los 1.000 millones de dólares por año.

Y, como probablemente ya sepas, las grandes farmacéuticas se enfrentan al tan temido “Precipicio de las Patentes” (“Patent Cliff”), la expiración de un inusualmente elevado número de patentes al mismo tiempo. Entre 2025 y 2030, casi 200medicamentos perderán su exclusividad, lo que pondrá en riesgo ventas por valor de 300.000 millones de dólares – el 25% del mercado total de fármacos. 

Algunas de las mayores Farmas del mundo (Pfizer, Merck, BMS, AstraZeneca, Novartis) ya están en tiempo de descuento y necesitan renovar su catálogo de fármacos urgentemente, o perderán casi la mitad de sus ventas.

Estas urgencias se han traducido en un aumento más que notable de las fusiones y adquisiciones en biotecnología. 2023 fue un año muy activo, con más de 190.000 millones de dólares en adquisiciones, 2024 fue decepcionante en comparación (solo 107.000 millones de dólares), pero, después de 37.000 millones en los dos primeros meses del año, incluso los analistas más serenos parecen estar de acuerdo en que 2025 será grande. Después de todo, las grandes farmacéuticas tienen aproximadamente 1,3 billones (con B) de dólares en “potencia de fuego” (efectivo + capacidad de deuda).

En una declaración típica, los analistas de EY-Parthenon señalan que el repunte de 2023 es “solo el comienzo”. Dada la relativa recaída de 2024, uno podría poner esta frase en duda, pero ahora esperan que el aumento del gasto en fusiones y adquisiciones se acelere por tres razones principales: niveles récord de disponibilidad de dinero, previsión de caída de ventas en los próximos 5 años (“patent cliff”) y un mercado financiero complicado para las biotecnológicas (lo que las empuja a querer ser adquiridas).

¿Por qué ahora? ¿Eran ciegos estos tipos antes?

Buena pregunta. Si el ‘Precipicio de Patentes’ era tan evidente, ¿qué estaban haciendo las farmacéuticas hace cuatro años?

Sin pretender hacer un análisis completo (que llenaría al menos sesenta páginas), la relativa inacción de las grandes farmacéuticas puede atribuirse a una combinación de distracciones inducidas por la pandemia, altas valoraciones de startups, incertidumbres regulatorias, exceso de confianza en su propio I+D y una pizca de incompetencia corporativa clásica. Estos factores contribuyeron colectivamente al aplazamiento de la adquisición de activos desarrollados por startups hace 3-4 años.

Factor 1: COVID-19

Los grandes fabricantes de medicamentos se dejaron llevar por una falsa sensación de seguridad debido a los ingresos extraordinarios de la pandemia. Combinado con un enfoque estratégico en desarrollar productos relacionados con el COVID, esto puede haber desviado su atención de la planificación estratégica a largo plazo.

Factor 2: Burbuja de Capital Riesgo.

La inversión de capital riesgo se disparó durante 2021, con dos consecuencias indeseables: en primer lugar, las valoraciones también alcanzaron su punto máximo, lo que encareció enormemente las valoraciones. Además, las startups preferían levantar dinero fácil y crecer en lugar de vender. Con todo, las farmacéuticas tuvieron dificultades para comprar startups.

Si durante años no entendiste qué hacían esos gringos locos gastando fortunas en salidas a bolsa de empresas sin activos tangibles, o pagando claramente de más por empresas científicamente dudosas… estabas en lo cierto: era irracional, y la caída fue dura.

Factor 3: Incertidumbre regulatoria

Esto aplica particularmente a Estados Unidos, que adoptó una postura regulatoria contraria a las fusiones empresariales, como ilustró el acuerdo cancelado entre Amgen y Horizon. La percepción de riesgo regulatorio enfrió, (¿supuestamente?) el entusiasmo de las grandes farmacéuticas por las adquisiciones.

Factor 4: Optimismo infundado en su propio I+D

Altos cargos de Pfizer afirmaron en 2021 que tenían “la mejor cartera de I+D del mundo”; En 2024, entre protestas de sus accionistas, tuvieron que admitir que no era cierto. De los 61 productos en desarrollo en 2019, solo 2 habían logrado el estatus de “blockbuster” en 2022; entre sus famosos fracasos se encuentra el “Ozempic de Pfizer”, un producto oral para reducción de peso que nunca llegó a mercado.

Merck o AstraZeneca también tuvieron notables fracasos, y otros, como AbbVie, GSK o Astellas, promediaron una tasa de aprobación de medicamentos inferior al 9% (la media de mercado está en el 14%).

Factor 5: Inacción corporativa de la de toda la vida

No olvidemos que hablamos de multinacionales – no son empresas especialmente ágiles. Si están ganando montañas de dinero gracias a una emergencia global, si las startups son caras y si los reguladores no les ponen las cosas fáciles… adoptarán, naturalmente, una cultura de bajo riesgo y ganancias a corto plazo.

Todo esto es una simplificación, pero no dejan de ser factores que, combinados, hicieron que muchas compañías farmacéuticas retrasaran sus estrategias de fusiones y adquisiciones a largo plazo.

Los reguladores cambian de políticas – otra vez

Desde enero de 2025, un acólito de Trump llamado Andrew N. Ferguson es el presidente de la FTC, la institución que controla el comportamiento corporativo en los EE. UU. (equivalente a la CNMC española, o la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea). 

El punto interesante aquí es que una de sus prioridades era facilitar las pequeñas operaciones de adquisición, una prioridad claramente establecida en sus planes políticos – que contienen también bastantes cosas sin pies ni cabeza.

De acuerdo con esto, la FTC sigue ahora una doble política:

Un cambio de estrategia similar está ocurriendo en Europa: Teresa Ribera fue nombrada comisaria europea de Competencia en diciembre de 2024, y expresó suintención de reformar las regulaciones de defensa de la competencia para facilitar las fusiones entre empresas innovadoras. El reciente fallo judicial a favor de la fusión Illumina – Grail también ha acelerado la necesidad de la UE de buscar nuevas formas de fomentar las adquisiciones productivas, y al mismo tiempo bloquear las “fusiones asesinas” (comprar una empresa con la intención de liquidarla), una práctica clásica de concentración monopolística del mercado.

Todo esto dibuja un escenario ideal para que las grandes farmacéuticas compren pequeñas y medianas empresas. Y aunque una compra por 1.000 o 2.000 millones puede ser “pequeña” para las autoridades, para el inversor o el fundador de una startup es la operación de su vida – suficiente como para comprarse ese islote frente a Menorca con el que siempre ha soñado.

¿Y los pequeños inversores?

Para los inversores que invirtieron en biotecnología hace 5-10 años, 2025 apunta a ser un año de muy buenas noticias. De hecho, enero de 2025 fue el mejor enero en inversión en la última década, y las operaciones de venta de startups se están multiplicando.

También hay buenas perspectivas en cuanto a la valoración. A finales de 2020, las valoraciones estaban tan infladas que las adquisiciones alcanzaron un ratio ventas-valoración de 19x (en otras palabras, las empresas se compraron por valores de casi veinte veces sus ventas, cuando el estándar es de 6 a10). Cuando el frenesí terminó en 2021, esa proporción cayó a 5x. Y aunque el complicadísimo mercado financiero de 2022-2023 obligó a las startups a aceptar valoraciones bajas, esa tendencia parece estar invirtiéndose: los “Premiums” de las operaciones de venta han aumentado un 40% anual, y las pequeñas biotecnológicas tienen ahora valoraciones más cercanas a sus máximos de 2020-2021.

Con todo, 2025 podría ser el mejor año de beneficios de la última década. Para muchos pequeños inversores, business angels y fundadores de startups, hambrientos de beneficios, es un momento decisivo: el año que viene por estas fechas, ¿habrán miles de personas quejándose de la pésima inversión que es en realidad la biotecnología? ¿O miles de inversores felices difundiendo el evangelio de la inversión en ciencia?