Enfermedades Raras: las nuevas estrellas de la inversión

Al invertir en biotecnología por primera vez, muchos inversores se encuentran con conceptos flagrantemente contra-intuitivos. ¿Una empresa sin ingresos que quema millones de euros es una mala inversión? No, puede ser muy buena. ¿No tienen productos en el mercado? No hay problema. ¿Sin departamento de ventas, sin desarrollo de negocios? Exacto, y tan tranquilos.

Entre todos estos desafíos a la lógica financiera tradicional, hay uno que destaca: ¿empresas con un mercado muy limitado pero que son enormemente rentables aunque sus clientes no sean ricos?

El concepto de “pequeño mercado, grandes ventas” no es particularmente raro; en 2023, por ejemplo, Dacia vendió 626.000 coches y ganó 5.200 millones de dólares; Ferrari ganó el mismo dinero vendiendo solo 13.000. Un mercado de gente muy rica dispuesta a dar medio millón de euros a cambio de un coche incapaz de subir la rampa del párking funciona muy bien: pocos clientes, mucho dinero.

Pero, ¿un producto con 3.000 clientes potenciales en el mundo puede ganar más dinero que un producto para 1.000 millones de clientes, si son exactamente los mismos clientes? Aquí radica la magia de los medicamentos para las Enfermedades Raras: un Raro Ejemplo del sistema económico favoreciendo a los más débiles.

QALY, diosa de la Economía y la Salud

La economía de la Salud puede ser bastante cruel, ya que dicta qué avances médicos llegan a los pacientes basándose exclusivamente en consideraciones coste/beneficio.

Pero lo que la Economía de la Salud quitó, la Economía de la Salud dió: esa misma lógica puede justificar el pago de sumas astronómicas para salvar muy pocas vidas. Aquí entra el AVAC (Años de Vida Ajustados por Calidad), más conocido por sus siglas en inglés: QALY (Quality-Adjusted Life Years), un concepto médico-económico que determina si una vida humana debe ser salvada o no – un poder no muy diferente al de su homófona Kali, la diosa hindú del tiempo, la destrucción y la muerte.

Básicamente, los QALY representan un umbral de coste/beneficio para decidir si se reembolsa un medicamento. Cada año de vida del paciente se multiplica por un factor de calidad de vida designado médicamente que va de 0 (“muerte”)  a 1 (“salud perfecta”), y el resultado son los QALY.

Un ejemplo muy simplificado: una persona que no puede caminar pero que aún puede hacer su rutina diaria tendría un factor de 0,5-0,7, mientras que una persona completamente paralizada tendría un multiplicador de 0,1-0,4. Así, un medicamento que salvara a alguien de una enfermedad mortal a los 40 años, pero dejándola completamente paralizada, brindaría 30 años adicionales de vida, pero solo de 3 a 12 QALYs

En Estados Unidos, un QALY está valorado en 100.000-150.000 dólares, mientras que en la UE valen de 27.000 a 55.000, una disparidad debida a las estrictas regulaciones y las negociaciones de precios de los gobiernos europeos.

(* Que no cunda el pánico por el aparente bajo valor que las autoridades europeas dan a las vidas de sus ciudadanos: los gobiernos europeos imponen valores de QALY mucho más bajos que en USA, es cierto, pero eso simplemente hace que los medicamentos sean más baratos. En 2022, un mismo fármaco costaba casi 3 veces menos en la UE que en USA, incluyendo tratamientos nuevos y revolucionarios: por ejemplo, el sofosbuvir (hepatitis C), aprobado en 2013, cuesta hasta 160.000 dólares en USA, y unos 50.000 de media en la UE. Uno podría deducir que, después de todo, las regulaciones sí que evitan la manipulación del mercado, ¿no?)

Tomemos como ejemplo la Corea de Huntington (‘CH’). Una enfermedad terrible, con la segunda tasa más alta de suicidios posdiagnóstico (y la más alta de todas las enfermedades no psiquiátricas), la CH comienza a manifestarse durante la adolescencia y generalmente se diagnostica alrededor de los 30 años, y causa una rápida degeneración con una muerte hacia los 50 años. 

Una cura completa para la CH daría unos 30 QALY a sus pacientes, y podría tener un precio estimado de 4,5 millones de dólares en Estados Unidos y aproximadamente 1,5 en Europa. Con unos 4.000 pacientes por año en la UE + USA + Canadá, este hipotético fármaco ganaría unos 5.000 millones de dólares por año. Nada mal para una enfermedad con tan pocos pacientes que, cada año, hay más nuevos millonarios de la lotería que personas diagnosticadas con CH.

Hecho a medida para las enfermedades raras

Se estima que el 50% de las enfermedades raras son monogénicas (causadas por un solo gen); a diferencia de las enfermedades multifactoriales, estas enfermedades monogénicas se pueden curar por completo (no es que sea fácil, pero es posible), y dado que la mayoría de las enfermedades raras afectan a las personas cuando son muy jóvenes, curarlas significa ganar muchos QALY. Por tanto, las enfermedades raras son ideales para lograr fármacos de muy alto precio y muy alto margen de beneficio.

Dos décadas de inversión vertiginosa

Estos cálculos dejan una conclusión clara: las enfermedades raras pueden tener mercados pequeños, pero el sistema está dispuesto a pagar millones por medicamentos innovadores para tratarlas, las grandes farmacéuticas están ansiosas por desarrollarlas, y se han convertido en objetivos de primera para el capital riesgo.

Leyes como el Reglamento de la UE sobre medicamentos huérfanos (2000) estimularon la investigación, y el número de ensayos clínicos de enfermedades raras en Europa creció un 88% entre 2000 y 2020. En 2021, los desarrolladores de medicamentos para enfermedades raras levantaron 22.900 millones de dólares, un 28% más que en 2020. De esa cantidad, 8.800 millones de dólares llegaron del capital riesgo, un crecimiento interanual del 22%.

Naturalmente, los inversores han invertido porque los gigantes farmacéuticos, hambrientos de terapias innovadoras, han pagado mucho dinero por startups de medicamentos huérfanos, validando las apuestas del capital riesgo:

Siete de las diez mayores adquisiciones biofarmacéuticas en 2021 involucraron a empresas de enfermedades raras, y especialistas en medicamentos huérfanos como BioMarin, Alexion y Vertex se han convertido en grandes empresas.

Y no son sólo los inversores de toda la vida

Han surgido nuevos fondos dedicados exclusivamente a enfermedades raras, como Sound Bioventures, un fondo centrado en enfermedades raras lanzado en 2022 por Novo Holdings e inversores veteranos de Lundbeckfonden Ventures (Dinamarca) y NEA (EE. UU.). Las grandes farmacéuticas también se han unido, y Chiesi Ventures, Pfizer o Sanofi están coinvirtiendo cada vez más con el capital riesgo en empresas de enfermedades raras.

Pero uno de los desarrollos más fascinantes en este campo ha sido la irrupción de las asociaciones de pacientes como inversores. Enfrentados a una enfermedad incurable y sin interés por parte de las farmacéuticas y los capitalistas, los propios pacientes pasaron a la acción invirtiendo en nuevas tecnologías, con éxitos rotundos.

Hacia el 2000, la Cystic Fibrosis Foundation (CFF) invirtió en una pequeña empresa de biotecnología (Aurora Biosciences, posteriormente adquirida por Vertex) para desarrollar fármacos contra la Fibrosis Quística. El resultado fue Kalydeco, el primer fármaco dirigido a la causa raíz de la enfermedad. En 2014, la CFF se hizo famosa al licenciar esos fármacos contra la FQ a Royalty Pharma por la prodigiosa cantidad de $ 3.300 millones en efectivo

Una fundación sin ánimo de lucro tenía, de repente, unos recursos financieros que rivalizaban con los grandes fondos de inversión, y lo había logrado invirtiendo en su propia causa.

CureDuchenne, una “charity” estadounidense contra la distrofia muscular de Duchenne adquirió una participación en el capital de la startup holandesa Prosensa. Cuando Prosensa fue adquirida por BioMarin en una operación que podía llegar a los $ 840 millones en 2014, esa participación convirtió a CureDuchenne en una organización multimillonaria

Rápidamente lanzaron CureDuchenne Ventures para reinvertir esos beneficios en otras empresas que trabajasen en Duchenne y, en 2021, sus inversiones habían movido más de $3.000 millones en de coinversión de VC y farmacéuticas, y llevaron a varias ventas exitosas.

En los últimos 20 años los principales fondos de capital riesgo y las grandes farmacéuticas han convertido las enfermedades raras en una parte fundamental de su estrategia, e incluso las asociaciones pacientes se han convertido en expertos inversores. 

La inusual amistad entre el afán de lucro y la misión social está especialmente presente en las enfermedades raras y, a pesar de los altibajos del mercado, la tendencia de la inversión en enfermedades raras sigue siendo ascendente.

Para aquellos que leen esto con la mano en la chequera: la revolución de las enfermedades raras está lejos de terminar. Y a diferencia de otras modas de inversión, fugaces y artificiales (hola Metaverso, hola SPACs), esta revolución se basa en avances médicos tangibles que mejoran de verdad la vida de mucha gente.

Para cualquier inversor que se precie, es una doble victoria: invertir bien y hacer el bien, todo de una vez.