Aunque el sector de la salud es el tercer mayor receptor de inversión de capital riesgo y está dominado por grandes farmacéuticas que mueven cifras multimillonarias, algunos de los avances más transformadores nacen de la experiencia personal de individuos decididos a cambiar las cosas.
Todos conocemos historias de gente que, enfrentándose a problemas de salud graves, hacen sacrificios extremos: venden su casa para costear un tratamiento experimental en Suiza, se mudan a otro país en busca de la mejor atención para su hijo, o se lanzan a probar terapias experimentales. Pero hay quienes van más allá, y deciden resolver el problema, no solo para ellos, sino para todos.
Desde el punto de vista inversor, esto tiene un gran atractivo. Aproximadamente el 40% de las startups tecnológicas fracasan por entender mal el mercado (¿alguien se acuerda de CarePods?). ¿Y quién mejor para identificar una necesidad real que alguien que la ha vivido en primera persona? La visión única y el compromiso personal de estos innovadores garantizan que están desarrollando soluciones que realmente importan y que pueden marcar una diferencia tangible.
Descubramos cómo la tozudez de alguna gente puede mejorar —o incluso salvar— millones de vidas.

Iván Martínez y Robopedics
Tras el derrame cerebral de su padre, que lo dejó hemipléjico, el ingeniero español Iván Martínez vivió de cerca las limitaciones de la rehabilitación tradicional y la ausencia de dispositivos de asistencia realmente eficaces para uso doméstico.
Aunque existen exoesqueletos capaces de ayudar a personas paralíticas a caminar, suelen ser voluminosos, carísimos y requieren ayuda externa para colocarlos, como si fueran una armadura medieval.
Frente a un problema sin solución, Iván diseñó y construyó en su propia casa el prototipo de AWAKE, el primer exoesqueleto de Robopedics, con la visión de crear un dispositivo más pequeño, más fácil de usar y verdaderamente práctico.
Y es que AWAKE está pensado para mover una sola pierna, una solución perfecta para los 20 millones de personas en todo el mundo con un lado del cuerpo paralizado tras un ictus. Gracias a su ingenioso diseño, AWAKE tiene un precio aproximado de 12.000 euros, con lo que tiene muchas más posibilidades de ser reembolsado por los sistemas públicos de salud que los exoesqueletos de 100.000 euros.
Xenia Proton de la Chapelle y AtmosR
El camino de Xenia Proton de la Chapelle hacia la innovación biotecnológica empezó cuando su cuarto hijo fue diagnosticado con Síndrome de Hipoventilación Central Congénita (SHCC), un trastorno genético raro que afecta la capacidad del cuerpo para controlar la respiración.
Enfrentada a la falta de tratamientos eficaces, Xenia tomó la iniciativa, primero liderando la organización francesa de pacientes con SHCC, y más tarde fundando AtmosR, una empresa biotecnológica enfocada en combatir esta enfermedad rara.
Hoy AtmosR desarrolla tratamientos no solo para el SHCC, sino también para otros trastornos raros. Impulsada por el deseo de cambiar vidas, Xenia ha convertido su experiencia personal en una misión para brindar esperanza a familias que enfrentan desafíos similares.
Actualmente AtmosR trabaja en el desarrollo de varios activos prometedores, y esperamos ver a la empresa pronto recaudando fondos en Capital Cell.

ay muchas más historias como estas en el mundo de la salud: después de que le diagnosticaran una enfermedad mixta del tejido conectivo, Natasha Gajewski creó Symple Health, una aplicación móvil que ayuda a los pacientes a registrar y controlar sus síntomas. Su experiencia personal le mostró lo crucial que es el seguimiento de los síntomas para gestionar mejor una enfermedad crónica.
Jamie y Ben Heywood cofundaron PatientsLikeMe tras el diagnóstico de ELA de su hermano Stephen. Esta plataforma permite a los pacientes compartir experiencias, hacer un seguimiento de los síntomas y conectar con otros que se enfrentan a retos similares. Desde su lanzamiento en 2005, ha recaudado más de 150 millones de dólares y suma más de 850.000 usuarios.
Estas historias subrayan una verdad clave: quienes se han enfrentado a problemas de salud de primera mano tienen una perspectiva única sobre las lagunas e ineficiencias del sistema sanitario. Son capaces de diseñar soluciones que suplan esas carencias con una profunda empatía hacia las necesidades reales de los pacientes.
Esto nos lleva a una reflexión más profunda: ante un problema, hay quienes lo resuelven para sí mismos y siguen adelante, dejando que los demás enfrenten sus propios desafíos. Pero también están quienes creen que un problema no está realmente resuelto hasta que lo está para todos.
Esta dualidad da para pensar en profundidad y, quizás, explica muchos de los conflictos políticos, económicos y sociales de nuestro mundo, pero dejaremos esa discusión para otro momento.
Por ahora, lo que sí sabemos es que invertir en innovaciones impulsadas por pacientes significa apostar por soluciones con un encaje genuino en el mercado y, más importante aún, por emprendedores con la determinación de no abandonar la misión.

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